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Homo Teatrus

Seres hechos de la materia de los sueños.

Los seres humanos aparecimos en esta tierra gracias al milagro del proceso evolutivo. Durante cientos de miles de años hemos pasado de ser cazadores recolectores organizados en pequeñas tribus nómadas a vivir ahora en una sociedad global; a veces me pregunto si lo único que realmente nos engloba es un sistema económico. Por su puesto es muy reduccionista, más bien cínico pensar que eso es lo que nos une y aunque nos engloban un sinfín de otros sistemas de creencias similares, no es difícil ver cómo todos pueden ir muy de la mano de aquel sistema conquistador y acumulador. 

Un sistema en el cual por cierto estoy inmerso hasta la coronilla, del cual soy herramienta, víctima y cómplice de tantas maneras que ni siquiera imagino. Como también lo he sido y sigo siendo de múltiples otros sistemas de creencias. Después de todo son nuestro principal mecanismo evolutivo, lo que nos ha llevado a “reinar” en esta tierra como especie; no nuestras habilidades para crear herramientas, sino lo que hacemos con estas herramientas en conjunto, determinado por nuestra capacidad de aglutinarnos en grandes números bajo un mismo objetivo, venerar a un dios, vivir bajo un mismo sistema político, defender nuestra tierra como nuestros héroes la hicieron de los enemigos invasores, amar a quien es correcto amar, y solo es amor verdadero si cumple con estos compromisos, como hombre tus deberes son estos, y así una lista interminable de micro y macro sistemas. Acuerdos forjados por seres humanos y que irónicamente ahora forjan la vida de los seres humanos, van estableciendo nuestras identidades individuales y colectivas.

Pero qué son estos acuerdos sino ficciones, historias, o sea son puro cuento, no existen mas que en el ámbito de nuestra imaginación colectiva. Sin embargo son tan poderosas que los seres humanos nos definimos a partir de ellas, si nos preguntan cosas como, ¿Quién eres? solemos contestar con una serie de eventos que conforma nuestra narrativa única sobre la cual por cierto, hay que preguntarse realmente qué tanta injerencia hemos podido tener: nací en tal o cual lugar, mis padres son o fueron tales personas, crecí en tal ciudad, estudié tal cosa y me dedico a esta otra y así sucesivamente. Estas sucesiones de hechos o historias nos dan un sentido de identidad y pertenencia a pequeños grupos que al final forman un todo. Por tanto puedo decir que lo que nos engloba entonces no es un interés común por un sistema económico condicionado al eterno crecimiento con la promesa de que es el único camino para que eventualmente todos tengamos y en abundancia, sino nuestra capacidad de crear y creer en ficciones como esa. Y por lo visto hay ficciones tan poderosas que secuestran la narrativa de otras. Y sí, como mencioné antes, los seres humanos establecemos nuestra identidad a partir de ficciones, estamos entonces hablando de secuestro de identidad a una escala global.

Hace algunos años así me descubrí, secuestrado por una serie de historias que definían mi identidad. Algo dentro de mí comenzó una lucha interna con ellas, cegado a no verlas por lo que son; ficciones. Para abrir los ojos obtuve ayuda, gente que me guio a la introspección en un espacio seguro para reconocerlas como eso, puro cuento. La importancia de reconocerlas radica en la posibilidad de apropiarme de ellas y reescribirlas a mi gusto; bueno por lo menos las que están a mi alcance y de las que soy consciente o voy generando conciencia. Ese es mi micro proceso evolutivo. Ir reconociendo las historias que me definen y así decidir dentro de cuales escribirme o no, pero con esto viene una responsabilidad enorme: reconocer las historias en las que he sido escrito sin mi consentimiento, de las que yo solo no puedo ser borrado y esas historias me traen privilegios o desventajas según lo que se ha escrito de ellas hasta ahora. Mi color de piel, mi sexo, mi orientación sexual, mi complexión, mi simetría o asimetría, vaya mi codificación genética, mi país de origen, escolaridad, nivel adquisitivo, mis gustos y/o preferencias son todas historias que pertenecen a identidades que me hacen menos o más valioso dentro de la identidad global. Que me permiten pertenecer o ser excluido de identidades colectivas, que me abren o cierran puertas según el lado bueno o malo de la Historia en el que se encuentren y que luego asumo como propias sintiendo orgullo o vergüenza de mí mismo.

Lo que nos engloba y diferencia como especie es nuestra capacidad de crear y creer en historias. Indudablemente estoy de alguna manera conectado con todos los otros seres vivos y los elementos en la naturaleza pero, la materia de los sueños es lo que me conecta a ti. Tú, a diferencia de esa planta o tu gato, tienes la capacidad de leer estas palabras y por lo tanto tienes la capacidad de soñar, crear y creer historias, el problema es cuando no podemos verlas por lo que son; ficciones. El poder apropiarnos de ellas y reescribirlas nos libera del secuestro colectivo, nos permite tener un proceso evolutivo, transformarnos depurando las ficciones con base en mentiras que crean miedo y odio, y reconociendo y creando las ficciones que contienen verdades que nos permiten vernos como iguales. No puede haber una verdadera transformación social hacia la inclusión y la justicia sin la posibilidad de mirar de frente nuestras creencias colectivas y recocerlas como lo que son: ficciones basadas en verdades o ficciones secuestradas por otros intereses engañosos.

¿Dónde podemos obtener como humanidad el tipo de ayuda que yo obtuve en mi momento de crisis? ¿La ayuda que me permitió ver la película completa, adueñarme y enorgullecerme de lo que no puedo cambiar y reescribir desde mi pluma mi historia? ¿Hacerme ver que todos estamos librando batallas con las ficciones en las que creemos no siempre por voluntad propia?

Para mí fue vital tener un lugar seguro dentro del cual me permitía detener el tiempo de la vida afuera y desenmarañar los mitos y ficciones por los que me regía, y es vital seguir teniendo esos espacios en mi vida cada que los necesito. Mantener un proceso constante de autoconocimiento. ¿Y qué otra cosa permite esa profundidad de autoconocimiento a una escala social sino el arte? En el teatro específicamente ensayamos una infinidad de posibles historias dentro de un lugar donde nos permitimos detener el tiempo afuera, para entrar en nuevas convenciones, en nuevos acuerdos, para experimentar con la materia de los sueños.

Cuando se me invitó a escribir este artículo, la provocación que se me dio fue el hacer una reflexión en torno a “las obras que muestran luchas… que se arriesgan y hacen frente a la violencia, que se divierten… abren mentes a través de la educación, el entretenimiento y la introspección.” 

Pienso que lo que lleva a la gente a protestar, luchar, lo que la levanta en armas de manera literal y metafórica es el hartazgo ante esas ficciones que definen su valor o su falta de, y por ende imponen una identidad, personas secuestradas por historias que no reflejan su verdad y que deciden decir ya basta. 

¿Cuáles son esas obras que muestran una lucha que se arriesgan ante la violencia y la censura? Claro que depende de la lucha, pero creo que lo que encontraremos en común dentro de todas ellas es que están creadas con el objetivo de la introspección, obligando a sus creadores y sus espectadores a ese proceso, obras en las que abunda la humanidad de sus creadores, que intentan ser escritas sin prejuicios, ni objetivos aleccionadores, obras que no han sido secuestradas por otras ficciones de intereses engañosos sino que se conciben desde la empatía libre de prejuicios, que por tanto permiten convivir dentro de ellas todas las contradicciones, todas las luchas de los personajes, las luchas individuales y las colectivas. Toda obra concebida desde ese lugar será una ficción que luche contra las mentiras que tomamos por verdades y que digan ya basta. Se lucha contra la mentira de superioridad e inferioridad, de privilegios y desventajas, de privación de derechos, persecución, acoso y negación a la vida digna, e incluso negación a merecer la vida.

Siempre nos es fácil decir que el mundo esta en crisis, que hoy más que nunca todo es un caos, sin embargo por más que haya ya escuchado esa frase tantas veces en mi vida debo admitir que si ahora más que nunca en el transcurso de lo que va de mi corta vida se ha vuelto la frase más relevante en todo. Por tanto, hoy más que nunca necesitamos esos espacios seguros en los cuales detener el tiempo de afuera y ventilar nuestros miedos y hartazgos confrontados con las historias que nos rigen. El teatro es ese espacio para reescribirnos, para poner a prueba lo que damos por verdades. No hay herramienta más poderosa para luchar y transformar desde la introspección colectiva como el teatro. Soñemos como sería esa verdad en la que cabe y convive toda la gama de colores y sus matices. 

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